Yardhi Abu Aiach
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
-Si ustedes me lo permiten, prefiero
seguir viviendo. Dijo la joven a los atacantes, ahogando su llanto.-Nadie
merece morir de esta manera.
El amanecer llegó luego de la noche
eterna, y de aquella luna rojo fuego, y de los muertos, y de los heridos, y del
sufrimiento en general. Era el año 2018, cuando recién había asumido El Supremo
y ninguno entendía que aquellas
épocas de quejarse de oficialistas u
opositores ya no existían más: ya no existía esa posibilidad.
Marcia contaba con quince años. Había
comenzado su lucha por la igualdad un año antes, cuando impulsada por su
pareja, había empezado a ir al barrio “La
Pobreza”. Aquello fue un golpe a su realidad: no todos tenían alfombras
egipcias o viajes en avión a París el fin de semana. Lentamente, todos
empezaron a amarla, seguirla y admirarla y ella simplemente, abandonó su piel y
se metió en una nueva vida.
Era martes 30 de enero de 2017 cuando la
crisis no aguantó más. Explotó, y no era económica; era social: Dos años antes
había muerto el último bastión peronista y el
PROT no había llegado a los seis meses de gobierno. La sociedad
retrocedió quince años y ya no quería políticos: allí comenzó a gestarse el
Partido Supremo. Prometieron el cielo, la luna, el infinito. Ellos eran todo y
“El Supremo”, todo lo sabía.
En 2018, conquistaron el poder, y la
represión llamó a la puerta, mientras los jóvenes como Marcia aún no
reaccionaban.
De un día para el otro, un manto oscuro
cayó sobre el país y todos los días, faltaba un joven del nido: Las madres
lloraban, pero ninguna preguntaba, porque era obvio que no volverían a sentir
sus voces.
Marcia Di Matelleo sabía lo que vendría,
y su familia también. De nada sirvieron los ruegos de su padre, los enormes
ojos de su hermanito de dos años o el llanto de su mamá porque los agentes la
golpearon violentamente: La joven fue llevada a su destino final.
Y la historia volvió a repetirse… ¿Será
que no aprendimos nada?
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