domingo, 26 de junio de 2011

Alcohol, tabaco y mujeres

María Eva Alurralde
Taller de Comprensión y Producción de Textos I


El cielo se teñía de negro y la única luz que alcanzaba a distinguirse era la de la luna llena que, pasadas las diez de la noche, ya brillaba en lo alto. En los suburbios de la ciudad de Tower, en la casa número 52 de calle Table Street, habitaba una familia de cuatro integrantes. Dos de ellos, Eduardo y Rosario, eran pareja y tenían dos hijos, Benjamín y Sofía.

Era el fin de un día más en las vidas de esta familia. A pesar de no estar en una buena situación económica, tenían comida para la cena casi siempre. En esa habitación, tres de los cuatro integrantes se encontraban cenando para luego irse a dormir. Todos, menos Eduardo.

Hacía ya unos años, desde que la mala economía había comenzado a azotar el país, el padre y esposo de esta familia había encontrado su consuelo en el alcohol, el tabaco y las mujeres. Rosario había intentado varias veces hacerlo reflexionar para que cambiase ese comportamiento que tanto la asustaba, enojaba y, al mismo tiempo, los perjudicaba ya que apenas tenían dinero para alimentarse ellos y sus hijos.

Eduardo comenzó a ser agresivo con su mujer y sus niños. Un día, borracho, había golpeado a su pareja dejándole marcas en el rostro que, hasta el momento. no se le habían ido , con el argumento de que ella no le daba lo que él quería y creía que era porque estaba viendo a otro hombre. Sofía y Benjamín observaron todo escondidos detrás de una pared, teniendo cuidado de que, al asomarse, no se encontraran con los ojos furiosos y perdidos de su padre. Después de este episodio, ambos le tomaron rencor a su progenitor.

El día 14 del mes de Marzo su padre se paró frente a la puerta de su habitación con los mismos ojos de aquel día . El miedo invadió sus cuerpos y no pudieron realizar ningún movimiento. Las palabras que este hombre dijo, a continuación, llenaron de tristeza y lágrimas a sus hijos y esposa. Para tener más dinero, quería que Benjamín trabajara en una fábrica y que Sofía se prostituyera.

Pasaron las noches, los días, los meses y la condición que padre les había impuesto estaba siendo cumplida. Quisieron rebelarse muchas veces, pero lo único que recibieron a cambio fueron golpes.

Cansada de vivir así, Rosario pidió a llantos que dejara de ser así con sus hijos, con ella y con él mismo. Eduardo quiso golpearla, pero antes de pudiera hacerlo, su mujer se apuñaló en el pecho.

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