Rocío Díaz
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Muchas veces se oye decir que la historia se repite de manera cíclica. En ocasiones, se intenta esquivar esa idea y se busca una superadora. Pero, ¿cuán falsa es dicha afirmación? Sin ir muy lejos, desde la Revolución de Mayo –y desde antes también- está instaurada la errónea división entre civilización y barbarie que se resignifica una y otra vez con el paso del tiempo.
Hace dos siglos, condenaron como “bárbaros” a los pueblos de estas tierras por tener distintas costumbres. Eran clasificados como inferiores, atrasados e incluso como primitivos, sólo por vivir de manera diferente: de la naturaleza y con hábitos y creencias propias. Mientras, desde Europa llegaron para quedarse los “civilizados”, quienes llevaban en su sangre la idea de Progreso, de la mano con el interminable desarrollo de las ciudades en conjunto con el glorioso comercio.
Ahora bien, esta polarización que reivindica a unos y excluye a otros, continúa vigente de una forma un tanto más oculta. Por un lado, los marginados y las clases bajas, y por el otro, el resto: las clases media y alta.
¿Qué es lo que hace a esta división? La primera respuesta, podría ser la condición económica de cada uno que conlleva a poder acceder o no, a elegir qué hacer y cómo ser. Aunque suene crudo, la libertad de hoy es regulada por el comercio, es decir, por la cantidad de capital. De manera proporcional, quienes más tienen, h mayores opciones encuentran. En contraposición, aquellos con escasos recursos ven reducidas sus posibles ofertas de supervivencia.
En este sentido, hay ejemplos desde lo cotidiano, como la vestimenta, hasta lo más profundo, como el hecho de acceder a estudios universitarios y poder sostener una carrera.
“La historia transcurre de manera cíclica”. ¿Por qué? ¿Quién construye la historia? ¿Acaso no son los hombres? Y los hombres, ¿no son todos iguales? ¿Quién hace las diferencias?
Las palabras progreso, armonía y estabilidad dan vueltas y no llegan a concretarse por estas pequeñas cosas que separan a cada hombre de otro. No habrá paz si nos creemos distintos. Al fin y al cabo, la alternativa es construir un mundo en donde quepan todos los mundos y tengan el mismo valor.
Regalo
Hace 2 semanas
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