domingo, 26 de junio de 2011

El hombre de la bolsa

Mercedes Valdeverde
Taller de Comprensión y Producción de Textos I


Tengo que contar lo que pasó antes de que vengan por mí. Estoy seguro de que están por llegar. Nunca tardan demasiado y ésta no será la excepción.

Ocurrió ayer, aunque esto viene de muchos años. Desde que tengo memoria mi padrastro me atormenta, o al menos lo hacía con la historia de “El hombre de la bolsa”. Mi mamá siempre llega temprano a casa, pero anoche fue la excepción, y yo tuve que cenar con él.

- Cométe toda la comida, nene. Mirá que si no comés te va a venir a buscar el hombre de la bolsa- me dijo mientras lavaba los platos violentamente y me daba la espalda.

Terminé de comer, no dejé ni una miga. Llegó la hora de irme a dormir, pero no quise acostarme, quería esperar a mamá. Cuando se lo dije, habló de nuevo, con esa voz que tanto me perturba.

- Yo conozco al hombre de la bolsa, si no vas a dormir ya, lo llamo para que te venga a buscar- dijo y sus labios se torcieron disimuladamente formando en su rostro lo que, yo creí, fue una sonrisa.

Me fui a dormir aterrado y soñé toda la noche con mi padrastro y, también, con el hombre de la bolsa. Yo estaba cenando y escuchaba al marido de mi mamá abrir la puerta de la cocina, pero cuando me daba vuelta no era él, era un hombre encapuchado con una gran bolsa de arpillera que se acercaba con pasos lentos hacia mí. En ese momento desperté y miré el reloj, era la una de la mañana. Supuse que mi madre debería haber llegado. Fui hasta su cuarto, pero estaba vacío, la casa estaba en penumbras. Escuché ruidos en la cocina y decidí bajar para ver qué pasaba.

Cuando llegué, vi una sombra de espaldas a mí, tenía un sobretodo con capucha y una bolsa en la mano, igual que en mi sueño. No oyó mis pasos, fui muy sigiloso. Tampoco me vio, las luces de toda la casa estaban apagadas.

Mi padrastro lo había llamado. El hombre de la bolsa venía a buscarme. Tenía que ser más rápido que él, así que tomé un cuchillo de la mesada y se lo clavé varias veces en la espalda. Yo no podía morir antes que él, la idea de dejar de existir me aterrorizaba, tenía toda una vida por delante y él, vivía para atormentarme.
Cayó de espaldas al suelo pero no pude ver su cara porque en ese momento entró mi padrastro. Todo lo que escuché fue “la mataste”, y lo vi lanzarse sobre el cuerpo de mi madre que yacía en la cocina.

Llamó a la policía y me encerró acá, en mi cuarto. Ahora estoy esperando que vengan a buscarme por haber matado a mi mamá mientras sacaba la basura. Escucho sirenas cerca, vinieron por mí.

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