domingo, 12 de junio de 2011

El veintiséis

Manuela Papaleo
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Beruti hizo una seña y la criada de trenzas se agachó a recoger la pava depositada en un pequeño tronco que oficiaba de mesa. Caminó hacia la casa con un movimiento que hizo delirar a los dos hombres. Enseguida, la conversación se tiñó de sostenes, vestidos y escotes, dejando en segundo plano el irrepetible suceso histórico del que habían sido protagonistas el día anterior.
Sin embargo, con la vuelta de la criada, el agua caliente y la reanudación de la ronda de mates, volvió la preocupación:
-¿Vos estás seguro que esto va a cambiar algo?- Preguntó French preocupado. Aunque más que una pregunta, fue una reflexión personal entonada en forma de interrogación.
-¿Yo, seguro? Yo en este momento no estoy seguro ni de cómo me llamo.
-Esto no tiene demasiada pinta de revolución. Pero, por ahí con el tiempo, ¡quién te dice!
-¿Quién te dice qué?-contestó Beruti levantándose bruscamente de su asiento – a esto le falta algo: esta no es la patria de nuestros sueños, ni la revolución que queríamos.
- Por eso te digo,- replicó French con aire tranquilo, tratando de transmitirle esa calma a su compañero – un gobierno independiente no se construye de un día para el otro, fueron muchos años de sometimiento.
-Puede ser, hermano, ojalá sea. A esta revolución todavía le queda tela por cortar, y hasta que no se termine, no se puede empezar a coser el traje.
Los dos hombres se quedaron en silencio un largo rato, navegando en lo más profundo de sus pensamientos.
-Tranquilo amigo, para dejar de enterrarse, uno primero tiene que dejar de cavar…por lo menos ayer todos tiramos las palas- dijo French interrumpiendo el silencio.
-Lástima que ya llegamos tan profundo – comentó Beruti desesperanzado.
-Por algo se empieza…
-Viva la patria- dijo Beruti con una sonrisa un poco triste
-Viva
Y el mate estaba frío. Otra vez.

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