miércoles, 23 de junio de 2010

Bicicletas viajeras

Por Fiorella Benavides

Taller de Comprensión y Producción de Textos I

Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo

Año 2010


Sentados en el centro del “cuartucho”, lugar habitual y rutinario para ellos, se reían Elyas y Norbert de sus inhóspitas ocurrencias. Con descendencia jamaiquina, aspecto rasta y adoración por Bob Marley, ambos jóvenes se propusieron salir de su covacha situada en la ciudad de La Plata y, en condición de aventura, tomar camino en bicicleta hacia Jamaica.

La idea en sus comienzos parecía una hazaña, las bicicletas tenía que estar bien equipada y en perfectas condiciones para semejante trayecto. Eso no les importaba, el interés se hacía cada vez más fervoroso ya que no era sólo un viaje sino que había una apuesta de por medio. Los amigos tenían en claro el recorrido que emprenderían, pero a eso le faltaba algo de acción; ir por un objetivo que alimentase su viaje.

La idea fue sumamente unánime, los dos coincidieron que llegar a Jamaica el que encontrase la planta más grande de marihuana sería el ganador irrefutable, y que el perdedor tendría que plantar, cultivar y cuidar, diez ejemplares de la misma planta para luego entregársela al victorioso. La apuesta fue sellada con un escupitajo de cada uno en las palmas de sus manos. Así iniciaron los preparativos y emprendieron viaje.

En la ciudad natal de los jóvenes no tardó en conocerse la noticia de esta aventura, especialmente en los diarios de tirada local como El Día y el Hoy, quienes ponían en duda si estos chicos lograrían su objetivo, dejando en su soporte digital la posibilidad de que la gente opine a favor o en contra de la hazaña.

Una vez iniciada la aventura, los muchachos acamparon en diferentes lugares, llegando primero a Bolivia y luego a diferentes países latinoamericanos. Durante la marcha, las bicis no soportaron el recorrido y tuvieron que ser intervenidas por un motor que les posibilitara seguir hasta el final. Así fue que después de varios días de pedaleo, los amigos tomaron un barco para cruzar al país elegido.

A bordo de la máquina, dejaron Colombia para cruzar el Mar de Antillas y desembarcar en el sitio pactado. Durante el viaje sobre las pasivas aguas, los muchachos recordaron pequeños recortes de los pasajes que habían atravesado y los dos apreciaban distintas cualidades de los países. Elías manifestó que Bolivia cargaba con mucha miseria pero remarcaba el cultivo que generaban sus habitantes. Para él eso era asombroso. En cambio Norbert, había quedado fascinado con el paisaje de Sucre en el que pudo apreciar cualidades nunca vistas. Perú fue el segundo lugar de descanso y la visita elegida fueron las ruinas del Machu Pichu. Ese paisaje lo recordaron una y otra vez hasta cruzar el pasaje desde Ecuador a Colombia. Las anécdotas hasta ese momento se hicieron parte de una velada muy placentera. Era tanta la emoción de llegar a Jamaica que las palabras eran pocas y repetidas.

Finalmente llegaron al país deseado y tras bajar sus bicicletas decidieron separarse ya que no tenía sentido buscar la planta juntos. El punto de encuentro era el mismo que el de salida y tan sólo contaba con tres días para concretar la apuesta. Con el correr de las horas, cada uno de ellos hablo con diferentes personas que les iban dando algunas pistas de las cuales algunas le sirvieron pero otras sólo los desconcertaban. Fue Norbert el que corrió con más suerte ya que ese mismo día conoció a Wallas, un artesano que se encontraba sentado en el medio de un parque. Al entablar una conversación, el joven le contó el motivo de su visita y tuvo la suerte de dar con el dueño de la planta más grande de marihuana del país.

El desafía ya tenía un ganador. El platense con aires jamaiquinos irradiaba alegría y sorpresa. Sus ojos brillaban al escuchar la historia que le contaba Wallas sobre el ejemplar que adornaba, aromatizaba y cubría todo su patio. Norbert sintió que sería muy egoísta de su parte no buscar a Elías y junto con el artesano emprendieron en su búsqueda.

Con sus bicicletas en marcha dedujeron que por la cantidad de horas que habían pasado, su amigo no estaría muy lejos de allí. Y así fue, no tardaron en dar con él, quien se encontraba explorando los paradores de comidas típicas de ese país.

Al encontrase, Norbert le contó lo sucedido y le presentó a Wallas. Los tres expresaron sus ganas desbordantes por quedarse allí sin hacer nada. Enamorados de Jamaica y alucinados con su cultura, pactaron recorrer todo el lugar de punta a punta, mientras que Elías prometió que al volver a La Plata se llevaría semillas que Wallas le había regalado para poder terminar de cumplir su apuesta.

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