lunes, 7 de junio de 2010

La televisión mata

Por Horacio Moreno

Taller de Comprensión y Producción de Textos II

Año 2010

El entierro fue concurrido. Un verdadero éxito si lo contextualizamos en la actualidad; un golazo televisivo que hubiera marcado cifras altísimas, si de raiting hablamos, estupendamente organizado por el hijo del medio de la familia. Pero no fue así. Mujeres y hombres importantes con elegantes y carísimos vestuarios, autos importados con sus vidrios polarizados, formaban parte del paisaje de aquel día de luto que invadía a casi toda la familia.

El difunto era un magnate que poseía una gran empresa que se dedicaba a la fabricación de golosinas. Era un hombre severo con sus hijos. Su carácter imperante hacía imposible que alguien se le animara a contradecirlo o, peor aún, a desobedecerlo. Su inesperada muerte hizo que muchas cosas cambiaran dentro de la fábrica. El directorio pasó a estar en manos de sus tres hijos y de la viuda, la madre de éstos.

La esposa, una mujer sumisa y opacada por el temperamento de su esposo, era una frustrada cantante lírica que dejó a un costado su amor por la música para acompañar a su marido y atender la casa y sus hijos. Especialmente al del medio, con el cual ella mantenía una relación especial por considerarlo heredero de su pasión artística. Pero que al igual que ella nunca pudo desarrollar por mandato del empresario.

La muerte trajo liberación en la familia. Cuatro años después del hecho todo había girado por completo, tomando otra velocidad y otra perspectiva. El heredero del medio, harto de los mandatos paternos, vivió en el exterior huyendo del trabajo en la fábrica y así pudo comenzar a desarrollar su pasión por la música y otros gustos y vicios aquí no permitidos para él. Pero la ausencia de su padre no sólo le permitió esto sino que también comenzó a disfrutar del dinero que la familia poseía.

De este modo, su imagen comenzó a ser conocida por todo el país, convirtiéndose en uno de los personajes más mediáticos de los últimos tiempos, y si nos ponemos a contar la cantidad de hora que tiene en televisión tal vez superaría ampliamente a la “señora televisión”. Ahora, a donde iba era seguido por un séquito de guardaespaldas, amigos, flashes y cámaras de televisión. La vida de este hombre ya era una especie de reallity show que no sólo lo involucraba a él sino que también a su madre y a sus hermanos. Todo el país sabía quién era, de dónde venía y qué hacía con su vida.

Los hermanos, no contentos con este nuevo perfil de su hermano, empezaron a recriminárselo hasta que se dieron cuenta que las ventas de los productos que fabricaban crecían día a día gracias a la publicidad indirecta que todo esto generaba. Así fue como vieron en él una nueva estrategia para asegurarse el mercado y liderar la competencia.

Pero con la misma rapidez que se sube, también se baja. El mal carácter, la arrogancia y la incesante presencia en los medios de comunicación del país, hicieron que el público comenzara a cuestionarlo. Todo el país quería que desapareciera de la escena pública, y de esta manera se organizaron comandos barriales, dirigidos por periodistas de espectáculo. El objetivo era dejar en evidencia la verdadera personalidad de este personaje y que por su propia decisión abandone los medios.

Fue así que un día el portero del edificio donde vivía el heredero, perteneciente a uno de los comandos del barrio porteño de Palermo, aprovechando la ausencia del hombre ingresó a la vivienda dos cámaras de video pequeñas que ocultó entre los muebles de la habitación y del living. Al mismo tiempo un joven, apuesto y con un físico trabajado en el gimnasio, también perteneciente a un comando barrial pero esta vez de la zona sur de la Capital Federal, era el encargado de hacerse pasar por un fanático para llegar a él y seducirlo. El objetivo era develar su verdadera identidad, cosa que parecía avergonzarlo de sobremanera, y que de ningún modo podría resistir si se diera a conocer.

El supuesto fanático interceptó al “hombre del momento” a la salida de una canal de televisión, después de una entrevista en un programa de espectáculos. No se sabe cómo pero lo cierto es que el joven logró obtener la tarjeta personal y palabras insistentes por parte del personaje mediático para que éste lo llamara. Pasada una hora el integrante del comando de zona sur lo llamó. Quedaron en encontrarse pasada la medianoche en una esquina oscura de la ciudad.

El famoso concurrió solo y a bordo de un auto importado con vidrios polarizados. Le hizo señas al muchacho y le abrió la puerta del coche para que ingresara. Éste podía observar que otro auto los seguía sin perderles la huella. Después de una larga vuelta por la ciudad el acaudalado hombre lo invitó a tomar unos tragos en su departamento. El chico ansioso porque ese ofrecimiento se hiciera posible aceptó rápidamente.

A la mañana siguiente todo parecía indicar que un día más comenzaba. Pero esto sólo hasta que llegara la hora de que los programas de espectáculos comenzaran su transmisión. Las imágenes obtenidas por las cámaras ocultas fueron desparramadas por todos los canales y programas de televisión. Sin edición ni postproducción fueron enviadas al aire. En ellas no sólo quedó al descubierto su tan hablada homosexualidad, sino que también su adicción a las drogas y a las cirugías estéticas. Hasta aquí nada novedoso pero si confirmado. Lo que provocaría más escozor es que el mediático reveló negocios relacionados al narcotráfico y al lavado de dinero que fueron posibles durante el gobierno de Menem y con complicidad de éste.

Por dos días no se supo nada del famoso empresario. No atendió teléfonos y su familia tampoco pudo contactarlo. Hasta que una noche fue posible dar con él. El personaje después de ver el video entró en crisis y por la oche, después de una fuerte dosis de drogas y alcohol manejó su auto hasta la fábrica de la familia. Horas más tarde era encontrado muerto hundido en una inmensa pileta del más exquisito chocolate Felfort, a raíz de una fuerte indigestión con Marroc que le provocó un infarto por el cual cayó desde las oficinas del primer piso a la sala de máquinas.

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