miércoles, 16 de junio de 2010

¿Los dos?

Por Felipe Quinteros
Taller de Comprensión y Producción de Textos I
Año 2010


Era una noche de viernes. Estaba nublado y húmedo, había también una neblina capaz de perforar y sensibilizar los huesos. Cristian caminaba por la desierta calle acurrucándose en su campera de jean para que el frío no fuera tan insoportable. Había salido con sus amigos a comer y a tomar unas cervezas a un bar del centro y ahora retornaba a su casa con la única idea de que mañana sería sábado y podría dormir hasta tarde.
Lo que parecía curioso era la extraña ausencia de gente. De hecho, mientras más se acercaba a su casa, menos personas había. Cristian atribuyó el vacío a la espesura de la niebla, cuya densidad impedía ver a escasa distancia.
Estaba sumido en esos pensamientos cuando escuchó unos pasos que parecían dirigirse a toda velocidad hacía él. Miró hacia atrás y no vio nada por la neblina. Los pasos continuaban. Cristian se detuvo a escuchar.
Una voz furiosa gritó: “¡Cristian! ¡Cristian, vení para acá!” El grito se hacía cada vez más fuerte. Un inexplicable miedo se apoderó del muchacho, el cual echó a correr, ciego ante esas espesas nubes blancas que había en su camino. Los pasos se seguían escuchando detrás de él.
Luego de correr lo que le pareció una eternidad, Cristian dobló en un callejón. Sin entender muy bien lo que pasaba, al final vio la figura de una muchacha que le hacía desesperadas señas para que se metiera junto con ella por una puerta. Sin pensarlo, entró.
Con el corazón latiéndole a toda velocidad y con el miedo todavía punzándole el estómago, Cristian se pegó de espaldas a la puerta con la chica a su lado. Escuchó los pasos que seguían de largo y se tranquilizó.
-Ahora estamos a salvo –dijo la chica, luego de unos minutos.
-Si… eso creo –contestó Cristian sin saber bien por qué. La verdad que no entendía nada.
Miró la habitación. Parecía un depósito vacío. Había a penas una leve luz que provenía de una lámpara desnuda que colgaba de un cable. La bombilla titiló dos veces y tardó como cinco segundos en volver a encenderse.
Cristian miró a la chica, que también parecía más que tranquila y le dijo: “Ahora podemos salir”. Luego de esas palabras, se dio vuelta y se encontró con una pared de ladrillos. La puerta ya no estaba. Miró alrededor desesperado, y advirtió con temor que no había ninguna otra abertura, ni siquiera una ventana.
-Ahora parece… que los dos estamos atrapados aquí -Le dijo Cristian a la chica con exasperación y terror.
-¿Seguro? ¿Los dos? –le respondió la muchacha mirándolo a los ojos.
Y tras decir esas palabras, caminó hacia la pared y la atravesó sin dejar ningún rastro de ella. La luz se apagó para no volver a encenderse.

5 comentarios:

  1. me encantooooooo!!!!
    marusidoti

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  2. MUY PERO MUY BUENA LA HISTORIA!

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  3. Buenísima tu vuelta de tuerca!!!!

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  4. Qué buenoo Feli!!!!
    gran suspenso! felicitaciones. Tía Adri

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  5. guillermo bianchini16 de julio de 2010, 5:31

    Excelnte Primo!!!!! Felicitaciones orgullosas desde Mexico

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