miércoles, 16 de junio de 2010

El Sistema

Por Emilio Gola

Taller de Comprensión y Producción de Textos

Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo


Estaba a punto de lograrlo. La competencia a una de las creaciones más importantes de la computación sería una realidad. Había tardado meses en lograr reunir todos los componentes necesarios para tal proeza: cables, placas de red, algún que otro monitor o teclado, entre otras cosas. Además había tardado un año en diseñar lo fundamental para su propósito.

La apuesta de sus amigos, quienes lo veían capacitado al menos para la primera parte de la misma, había sido aceptada de inmediato. El trabajo tenía que encontrar espacio entre sus estudios universitarios, pero daría todo por terminarlo. Después de todo, era uno de sus sueños.

Tuvo problemas con los códigos secundarios. Sin embargo, eso no era un imprevisto y, con mucha dedicación, consiguió encontrar los adecuados. Luego pasó con las conexiones a través de todas las casas de sus amistades. Para eso, había necesitado la ayuda de varios contactos empresariales dispuestos a tenderle una mano, no sin prometerles futuros probables beneficios de su propio proyecto. Finalmente, había configurado cada una de las partes internas de las máquinas, añadiendo sus números construidos y verificados. Faltaba la parte más fácil, la más esperada, la más frustrante si el plan no salía como debía.

El domingo, primero de Octubre, llegó a su casa. Por suerte no había nadie que lo pudiera molestar, necesitaba la máxima concentración y la mayor calma. Ingresó el software desarrollado, enteramente, por él. El momento había llegado. Tecleó una serie de combinaciones y esperó la respuesta, la cual resultó positiva, algo normal dentro de sus proyecciones. A continuación volvió a apretar distintas letras del teclado, sabiendo que lo que vendría sería una fase vital. Recibió con la alegría de un niño la réplica del sistema. Sólo quedaba un paso. Afuera ya era de noche.

Con la seguridad de saberse ganador, llamó a sus amigos y los preparó para lo que vendría. De inmediato retornó a su asiento frente al monitor y pulsó la secuencia terminal. El sistema empezó a admitir el ingreso de las nuevas especificaciones. Ya se encontraba cerca de su objetivo. Se abrió una pantalla verde, esperando la última decisión por parte del usuario. Éste, respondió afirmativamente sin más, y en el momento en el que se conoció el resultado la luz desapareció. Todo permaneció a oscuras mientras él no podía creer lo sucedido.

De repente, el brillo apareció. Un largo minuto había bastado para quitarle las esperanzas, pero ahora su incertidumbre daba paso a la felicidad. Comprobó el sistema y se dio cuenta de que lo había logrado, su creación era mil veces más rápida que la comunicación electrónica actual, y permitiría otros avances magníficos, casi imposibles de imaginar.

Impulsado por su felicidad en aumento, levantó el teléfono y les contó lo acontecido a sus contendientes en la apuesta. Dijo, además, que tenía otro sueño, nacido de ese nuevo invento. Sus amigos le preguntaron cuál, quizás pensado en el próximo reto económico. Él respondió: - imagínense esto, pero de manera inalámbrica-. Y colgó.

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