lunes, 7 de junio de 2010

Emma Zunz

Por Martina Dominella

Taller de Comprensión y Producción de Textos II

Año 2010

“(...) La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios…”

Jorge Luis Borges, “Emma Zunz”

(…) Mientras observaba a los efectivos policiales ingresar por la verja principal y cruzar el patio sombrío que ella había recorrido minutos atrás, se sintió invadida por el agobio de esa última frase tantas veces ensayada. “He venido a vengar a mi padre y no me podrán castigar”, las palabras habían quedado suspendidas en sus labios tras la incertidumbre de haber sido escuchada por Loewenthal.

Al momento de las declaraciones, sentía que se acusación era incompleta. La ambigüedad de la frase “abusó de mí” había sido repetida ante los efectivos policiales hasta vaciarse de sentido y pasar a formar parte de un pasado inalterable.

En abril, Emma cumpliría 19 años. Alguien la había descripto como una joven a quien los hombres le inspiraban aún un temor casi patológico. Y la particularidad residía en marcar ese “aún”, con una sensación de todavía, de final inminente que ya había sido alcanzado.

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