miércoles, 16 de junio de 2010

Llegar a la Luna

Por Pablo Eder
Taller de Comprensión y Producción de Textos I

Año 2010



El día de trabajo terminó, como de costumbre, a las dos de la madrugada, como para todo empleado gastronómico. Sin ser la excepción, José Juárez se retiró de la pizzería sin tener planes para esa hermosa noche de verano. No le fue posible evitar levantar la mirada a la inmensidad del cielo y allá arriba, cual si fuese una postal, se hallaba la madre de la noche, iluminando como pocas veces, tan rellena y luminosa.
Ahora, su nuevo plan era sencillo, o al menos eso creyó: Llegar a la Luna. Por lo que de inmediato dispuso a buscar unas pocas pertenencias por su rancho. Su viaje daba inició.
Sin bajar la mirada, se dijo: “Voy en dirección al norte, más precisamente a puerto y desde allí será mucho mejor la contemplación de tal espectáculo”. Su alegría y asombro incrementaban con cada paso recorrido.
Su primera peripecia apareció con los edificios que obstaculizaban la apreciación de la Luna, hecho que provocó que dirigiera algunas blasfemias dedicadas a la urbanización. A pesar de todo, este hecho no lo detuvo. Unas cinco cuadras más adelante y aún impedido por los rascacielos, encontró compañía. Un amigo de cuatro patas, dando saltos y giros, lo acompañó en su aventura, esto lo alegró a Juárez, porque siempre era bueno estar acompañado.
El entusiasmo del animal fue vencido unas cuadras más adelante por unos cuantos huesos, así el viaje se volvió solitario una vez más.
Faltaban unas pocas cuadras, algunos metros y cruzar la rotonda para llegar al destino. Una vez que atravesó la calle el puerto le brindaría el claro perfecto para su propósito: Simplemente contemplar la Luna. Los barcos se divisaban a pocos metros, pero su objetivo, hacía rato que estaba tapado por árboles, aunque se divisaba una pequeña parte. La alegría llenó los ojos del viejo José, aunque con sus cincuenta y dos años y espíritu de veinteañero, ¡Vaya sorpresa que se llevó al llegar a los muelles y ver que aquella preciada luz, ya casi desaparecía!
-Mi aventura fue en vano –se dijo a sí mismo el hombre.
Fue solo una ilusión de llegar, porque es algo que los mortales no pueden realizar. En algún momento, con suerte, solo se la pueda contemplar y no más que eso.
Ojalá alguna noche se vuelvan a encontrar, porque ese amor no correspondido, quizá, algún día se haga realidad.

2 comentarios:

  1. un cañooo amigo traete el charango y sapamos un rato cuando vuelvas para tus ranchos

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  2. Graande mi hermano! Apo total.. Te amo Pablin..

    Exitos.

    Soffi Eder ;)

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